La Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, o como popularmente es conocida "Cristo de Mena", ha recibido la donación del busto de un Cristo realizado por el escultor y referente malagueño, Francisco Palma Burgos, en homenaje al grupo escultórico de la Piedad realizado por su padre, Francisco Palma García, y desaparecido en los sucesos de mayo de 1931. La obra estaba en manos de un arquitecto afincado en Madrid que ha decido entregarla a una de las Cofradías más queridas por Palma Burgos y a la que le talló el actual crucificado de la Buena Muerte.
Para la realización de esta obra, el joven Palma partía del modelo en escayola de la Piedad creado por su padre en 1928-1929, al que posteriormente recurriría de nuevo para reconstruirla totalmente en 1941, incorporándole como reliquias los fragmentos que sí se salvaron realmente del incendio de 1931. Sin embargo, existen grandes diferencias entre el busto de 1933 y la imagen cristífera de la "resucitada" Piedad donde el tratamiento volumétrico es más abrupto y la película pictórica más contrastada, reflejando en todo momento el afán de Palma Burgos de huir de la reproducción objetiva y mecánica en pro de la reafirmación subjetiva de su propia personalidad escultórica, como también haría a la hora de esculpir “su” reinterpretación del famoso Cristo de la Buena Muerte de Pedro de Mena. Por eso mismo, al responder a una motivación diferente, el busto del Cristo de la Piedad recuperado por la Congregación de Mena revela un modelado de factura más blanda y pictórica, al igual que la policromía se resuelve a base de entonaciones claras y veladuras suaves que demuestran la capacidad del joven Paco para reproducir exactamente las características del original desaparecido, acorde a los principios estéticos de su progenitor.
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