Una vez el Cristo de las Almas en el interior de la Catedral Metropolitana recorrió las naves del Templo hispalense en un ambiente de oración y recogimiento solamente interrumpido por los cantos de la Escolanía salesiana de María Auxiliadora que puso el contrapunto musical al Vía Crucis que terminó con el tradicional rezo en el altar mayor, la reflexión final pronunciada por el arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, y la ofrenda a la Virgen de los Reyes.
Terminado el piadoso acto comenzó el traslado de regreso que, si bien como ocurre tradicionalmente ha estado acompañado por un número sensiblemente inferior de fieles y devotos, estuvo igualmente cuajado de múltiples escenas para almacenar en la memoria colectiva de los cofrades sevillanos y de los hermanos de una Hermandad que ha vivido con especial plenitud una jornada histórica.
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